Ya hace un año recorríamos en calesa de caballo viejo y fatigado, cargados con las maletas, esas calles que dentro de las murallas tienen un aire especial. Un aire, una gente, una forma de vivir, que sin duda recordamos con cariño y añoranza. Arriesgo a decir que volveremos, porque aunque hay tantos y tantos sitios nuevos por visitar, sabemos que una segunda vez será aún mejor si cabe.
Marrakech nos volveremos a ver.
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